EL BLOG SE PRESENTA...

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Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


domingo, 24 de abril de 2016

POTENCIAL

En la actualidad estoy intentando desarrollar un proyecto y para ello debo documentarme. Hace un par de semanas calló en mis manos el texto de Viktor Frankl que sigue a continuación. Leer cosas como esta me hace recuperar la fe en el potencial del ser humano, de todo ser humano. El concepto “plasticidad cerebral” ha resultado un gran descubrimiento para mí. Nunca estamos del todo acabados, nunca estamos del todo finalizados, siempre hay algo de “incompletitud”, de indeterminación, de incondicionamiento.
 
Biológicamente estamos programados para trascendernos.
 
 
Es importante aquí saber que los 14 mil millones de neuronas de la corteza cerebral de que dispone (según v. Economo) el hombre reciente (homo sapiens recens) no existían aún en los antrópidos (forma precoz del género Hombre), pero sí en los neandertálidos (forma primitiva de los homínidos) y, obviamente, en la forma antigua de éstos (el homo sapiens fossilis). Según esto, si el hombre neandertal poseía ya el mismo número de neuronas que nosotros, esto significó para él un verdadero lujo, ya que no las utilizó a fondo. Pero tampoco el hombre actual las utiliza plenamente. Esta afirmación es algo más que una mera hipótesis, pues Pötzl llegó a demostrarla empíricamente. Este investigador hizo notar que el cerebro de algunos paralíticos que obtuvieron una recuperación clínica mediante una malarioterapia, es decir, que volvieron a la plena capacidad de rendimiento, manifestaba a nivel histológico una notable pérdida celular (Sträussler y Koskinas). De esto se desprende, ni más ni menos, que los pacientes curados prácticamente mediante la malarioterapia (y que sólo sucumbían en algunas enfermedades intercurrentes), a pesar de esta pérdida celular, disponían de suficientes neuronas para afrontar sus necesidades prácticas. En otros términos: sabemos desde entonces que el hombre medio no utiliza tampoco hoy, toda la «dote» de células ganglionares que le prestó la «naturaleza», que no explota todo su «talento».
 
¿Cuáles son las consecuencias de todo esto? La primera se refiere al caso individual, al caso de enfermedad individual: en este caso se explica todo lo que hemos dicho antes sobre la posibilidad de la función vicaria, pues así podemos comprender por qué el hombre dispone, en ciertas lesiones de su aparato cerebral, de un notable margen de maniobra dentro del cual se pueden restablecer las funciones psiquico-espirituales. De este modo queda contestada la pregunta que formulamos al principio: de dónde «toma» el cerebro el «ejército de reserva» de neuronas con función variada: esas neuronas están «en paro» y en barbecho.
 
La segunda consecuencia de nuestra constatación anterior no se refiere a un caso individual, sino al caso general: al «género» hombre. Se sigue de nuestra constatación que la humanidad -hoy como en la época prehistórica del neandertal- cuenta con una posibilidad de progresar y desarrollarse.
 
La «hominización» es, pues, aún incompleta. En efecto, la última multiplicación brusca, a modo de mutación de las células ganglionares de la corteza cerebral, dio al género «hombre» una posibilidad inaudita; pero el uso de esta posibilidad depende del hombre. El hombre no ha rendido aún todo lo que puede. No se descubre aún el menor rastro del vaticinado «superhombre» (al menos desde la época de sus profetas): aún somos «interhombres».
 
Aquella mutación que «dotó», de repente a un homínido de 14 mil millones de neuronas, puede considerarse, pues, como el inicio de esta hominización incompletado, si ustedes lo prefieren, como el inicio del sexto día de la creación. Pero si el Génesis dice que el hombre fue formado en el sexto día de la creación y que Dios descansó en el séptimo día, podemos afirmar que Dios, en este séptimo día, puso las manos en su regazo y desde entonces toca al hombre la resposabilidad de lo que hace de sí mismo. Dios aguarda y mira cómo el hombre realiza creadoramente las posibilidades recibidas. Aún no están agotadas estas posibilidades. Aún aguarda Dios, aún descansa, aún es sábado: sábado permanente.
 
Fuente: Viktor Frankl, El hombre doliente. Fundamentos antropológicos de la psicoterapia. Ed. Herder, Barcelona, 2009, p. 122-123.
 
 

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