EL BLOG SE PRESENTA...

EL BLOG SE PRESENTA...

Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


domingo, 14 de diciembre de 2014

PURGATORIO

Me encanta la definición que da el diccionario de la R.A.E. de la palabra PURGAR: “limpiar, purificar algo, quitándole lo innecesario, inconveniente o superfluo”. Lo digo porque describe a la perfección una necesidad personal que me viene acompañando desde hace mucho tiempo: quitarme de encima lo innecesario, lo inconveniente, lo superfluo.
 
Llegado a una determinada edad, estoy descubriendo lo dependiente que soy de un millón de cosas y lo amargo que resulta pensar que pueda llegar a perderlas. ¡Son MIS cosas! Mis libros, mis ahorros, mis titulaciones, mi trabajo, mi hogar, mi familia, mis planes y proyectos, mi salud. ¿Hay algo de todo ello que sea superfluo o innecesario? ¡Por supuesto que no! ¿Cabría esperar otra respuesta?
 
Pero, ¿qué sucedería si lo perdiera todo? ¿De qué habrían servido las preocupaciones y ansiedades? ¿De qué los esfuerzos? ¿De qué la búsqueda de placeres o experiencias intensas? He pasado la vida proyectando, planificando, imaginando. Es muy cierta la necesidad humana de tener un mínimo de seguridades, pero resultan tan efímeras y frágiles.
 
Mi trabajo como enfermero en unidades de cuidados paliativos terminó enseñándome que la realidad es demasiado “real”. He visto a personas morir después de toda una vida de esfuerzos, pero también a gente de mi edad (¡e incluso más jóvenes!) que tuvieron que enfrentarse con sus últimos días cuando aún tenían mucha vida por delante.
 
Esto me hace recordar lo que decían aquellas coplas de Jorge Manrique:
 
Recuerde el alma dormida,
abiue el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida
 
Todo en esta vida es efímero, todo. Lo malo es que, cuando nos hemos dado cuenta de ello, ya hemos perdido la oportunidad. ¡Qué fácil es no caer en la cuenta de que el presente se nos escapa entre las manos! Pero, ¿dónde encontrar el término medio entre la necesaria seguridad y la imprescindible necesidad de vivir lo que se me da en cada momento?
 
Cada vez tengo más claro que lo que dijo San Juan de la Cruz es una verdad como un templo de grande: en el atardecer de nuestra vida, nos examinarán del amor. ¡Eso es todo lo que quedará de uno mismo! Ni los títulos, ni los trabajos, ni los bienes, ni las lecciones magistrales, ni las experiencias intensas… Lo único que quedará, y con lo que me iré de este mundo, es el amor que le haya puesto a las cosas, el que haya dado a las personas o el que haya dejado que me den.
 
Lo demás es innecesario, inconveniente o superfluo.

Bueno... eso pienso yo.
 

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