EL BLOG SE PRESENTA...

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Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


domingo, 21 de diciembre de 2014

HACER LO QUE SOY

Hoy deseo compartir este fragmento del escritor norteamericano y monje trapense Thomas Merton. Toda una interpelación a nuestra forma de actuar y ser.
 
Es algo muy grande ser pequeño, es decir, ser nosotros mismos. Y cuando se es uno mismo, se pierde la mayor parte de la fútil conciencia que atisba el interior, que lo mantiene a uno en constante comparación con los demás para ver cuán grandes son ellos. (…)
 
El valor de nuestra actividad depende casi totalmente de la humildad que tengamos de aceptarnos tal como somos. El motivo de que hagamos las cosas tan mal, es que no estamos contentos con lo que hacemos. Insistimos en hacer lo que no se nos pide, porque deseamos saborear el éxito que pertenece a otro.
 
Nunca descubrimos cómo es lograr el éxito con nuestro trabajo, porque nunca queremos emprender un trabajo que guarde adecuada proporción con nuestras fuerzas.
 
¿Quién quiere contentarse con un trabajo que revela todas sus limitaciones? Ése aceptará tal trabajo sólo como un “medio de pasarla”, mientras espera descubrir “su verdadera vocación”. El mundo está lleno de comerciantes fracasados que siguen creyendo en secreto que estaban destinados para artistas, escritores o actores de cine.
 
El profundo secreto de mi ser a menudo está oculto a mi vista por mi propia estima de lo que soy. Mi idea de lo que soy está falseada por mi admiración de lo que hago, mis ilusiones acerca de mí mismo han crecido por contagio de las ilusiones de otros hombres. Todos buscamos cómo imitar la imaginaria grandeza de lo que somos.
 
Si no sé quién soy, es porque me imagino ser una especie de persona que todos los que me rodean quisieran ser. Tal vez si me diera cuenta de que no admiro lo que todo el mundo parece admirar, comenzaría verdaderamente a vivir. Sería liberado del penoso deber de decir lo que en verdad no pienso…
 

¿Por qué hemos de pasar la vida luchando por ser algo que, si solamente supiéramos lo que queremos, nunca querríamos ser? ¿Por qué desperdiciar nuestro tiempo en hacer cosas que, si solamente nos detuviéramos a pensar en ellas, hallaríamos que son completamente opuestas a aquello para lo que hemos sido creados?
 
No podemos adquirir nuestra verdadera personalidad si no nos conocemos. (…)
 
Fuente: Thomas Merton, Los hombres no son islas,
Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998, pp. 117-118.

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