EL BLOG SE PRESENTA...

EL BLOG SE PRESENTA...

Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


miércoles, 24 de enero de 2018

RESPETAR LA APARIENCIA O LA REALIDAD

El autoengaño es una práctica muy frecuente entre los seres humanos. Creer que todo está bien cuando realmente no lo está o que un ser amado pueda llegar a cambiar algún día, pretender llegar hasta donde no podemos llegar, no reconocer las propias emociones ni ser honestos con nosotros mismos, entre otras muchas, pueden ser formas de mentirnos. Lo único que pretende esto del autoengaño es evitarnos el esfuerzo de vivir o pensar distinto y permite resistir tanto al cambio como a la simple realidad.
 
De esto trata, más o menos, el texto que quiero traer a este espacio. Es una de las cartas que Henry Thoreau dirigió a su amigo Harrison Blake en abril del año 1850. Dice así…
 
 
¿Cuándo comenzaron los hombres a respetar las apariencias y no la realidad? ¿Por qué deberían aparecer las apariencias? ¿Sabemos bien, entonces, qué es la realidad? No hay nadie que no se engañe cada hora en el respeto que concede a las falsas apariencias. Qué maravilloso sería tratar a las personas y las cosas según lo que son en realidad, ¡aunque sólo fuera durante una hora! Nos asombramos de que el pecador no confiese sus pecados. Cuando nos sentimos fatigados en un viaje, soltamos nuestra carga y descansamos junto al camino. De la misma forma, cuando nos cansa el fardo de la vida, ¿por qué no abandonamos esta carga de falsedades que hemos aceptado portar voluntariamente y nos reponemos, como nunca hizo mortal alguno? Dejemos que se impongan las más bellas leyes. No nos cansemos resistiéndonos a ellas. Cuando queremos descansar nuestros cuerpos, dejamos de mantenerlos: descansamos en el regazo de la Tierra. Del mismo modo, cuando queremos que descansen nuestros espíritus, debemos recostarnos en el Gran Espíritu. Dejemos que las cosas marchen a su ritmo; dejemos que crezcan hasta donde puedan; que remonten o caigan. Conseguir dejar aunque sólo sea una cosa a su aire en una mañana de invierno, así se trate de una pobre manzana congelada-descongelada, que pende de un árbol, ¡qué glorioso logro! Es algo que ilumina este universo oscuro. ¡Qué infinita riqueza hemos descubierto! Dios gobierna cuando nosotros asumimos una visión respetuosa y abierta, es decir, cuando se nos presenta una visión respetuosa y abierta.
 
 
Dejemos tranquilo a Dios, si es necesario. Creo que si lo amara más, debería mantenerlo -o mejor, debería mantenerme yo- a una distancia más apropiada. No es cuando me acerco a Él, sino cuando me doy la vuelta y lo dejo solo, cuando descubro que Dios es. Digo Dios. Aunque no estoy seguro de que sea ése el nombre. Ya sabrá a quién me refiero.
 
Si por un instante conseguimos apartar nuestro insignificante yo, no desear ningún mal, no temer ningún mal, comportándonos sólo como el cristal que refleja un rayo, ¡qué no seremos capaces de reflejar! ¡Qué gran universo aparecerá cristalizado y radiante a nuestro alrededor!
 
(…)
 
¿Optará por vivir o por ser embalsamado? ¿Elegirá vivir, aunque sea a horcajadas de un rayo de sol, o yacerá tranquilo en las catacumbas durante miles de años? En este último caso, lo peor que puede ocurrir es que se parta el cuello. ¿Partiría su corazón, su alma, para salvar el cuello? Los cuellos y los tallos están hechos para romperse. Los hombres hacen mucho ruido sobre la locura que supone exigirle demasiado a la vida (¿o a la eternidad?), e intentar vivir según tales expectativas. Mucho ruido y pocas nueces. Ningún daño provino nunca de ahí. No temo exagerar el valor y el significado de la vida, sino más bien no estar a la altura de la ocasión que la vida representa. Sentiría tener que recordar que yo estuve allí, pero que no advertí nada reseñable; como un príncipe disfrazado de rana; o que ha vivido la época dorada como un jornalero; que incluso visitó el Olimpo, pero se quedó dormido después de cenar y no pudo escuchar las conversaciones de los dioses. Viví en Judea hace mil ochocientos años, ¡pero nunca supe que había alguien como Cristo entre mis contemporáneos!
 
Henry David Thoreau, Cartas a un buscador de sí mismo.
Errata naturae, Madrid 2013, pp. 33-35.
 
 


2 comentarios:

  1. Creo que distinguimos apariencia y realidad... pero a veces la apariencia es más cómoda. No implica enfrentamientos ni disensiones. Ni siquiera ir en contra de mí mismo...
    Es lo que tiene vivir vegetando. Un estilo de vida muy extendido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, más cómoda y, en ocasiones, también más inconsciente (casi sin danos cuenta)... porque la apariencia nos ayuda a protegernos del sufrimiento.

      Eliminar