EL BLOG SE PRESENTA...

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Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


domingo, 14 de agosto de 2016

LA CARPINTERÍA

Como hace muchas semanas que no traigo algo para divertirse un rato, hoy me he animado a venir con este pequeño cuento debajo de brazo.
 
 
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
 
El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar; ¿la causa?, ¡hacía demasiado ruido! Además, se pasaba todo el tiempo golpeando.
 
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo. Dijo que era demasiado retorcido.
 
El tornillo aceptó también, pero pidió la expulsión de la lija. Era muy áspera en su trato, tenía muchas fricciones con los demás.
 
La lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre medía a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
 
 
En ese momento entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro, el tornillo. Y convirtió una tosca madera en un bonito caballo para niños.
 
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. El serrucho tomó la palabra y dijo: “Señores, es claro que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja utilizando nuestras cualidades, que son las que nos hacen valiosos. No pensemos más en nuestros puntos negativos centrémonos en la utilidad de nuestros aspectos buenos”.
 
La asamblea encontró que el martillo era fuerte, el tornillo unía, la lija afinaba y limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir y hacer cosas de calidad. Se sintieron orgullosos de poder trabajar juntos.
 
 

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