Como se acerca la Navidad, fecha para hacer regalos, hoy quisiera traer a este lugar una mercadería de esas que a mí me gustan: algo que haga reír y que hable de regalos. La historieta cuenta lo siguiente...
Un joven que fue a la capital a solucionar unos asuntos, sabiendo que su novia necesitaba unas gafas y encontrando la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica. Después de ver unas cuantas, se decidió por un determinado par. La dependienta se las envolvió y él pagó la cuenta, pero al marcharse, en lugar de tomar la caja de las gafas, cogió otra muy parecida que había al lado y que contenía unas bragas que seguramente se acababa de comprar alguna cliente de las que había en la óptica en aquel momento.
Mi amigo no se dio cuenta de la equivocación, así que desde allí se fue directamente a correos y le envió la caja a su novia junto con una carta. La novia recibió el paquete y quedó perpleja al ver su contenido, pero aún más al leer la carta que decía:
«Querida mía:
Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que no tienes ningunas, pues llevabas mucho tiempo con las otras que tenias y estas son cosas que se tienen que cambiar de vez en cuando. Espero haber acertado con el modelo, la dependienta me dijo que eran la última moda y me enseñó las suyas, que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras, las cogí y me las puse allí mismo. ¡No sabes cómo se rió la dependienta! Como te imaginarás estos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos y más a mí, que ya sabes que tengo unos rasgos muy alargados. Una muchacha que había allí me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo viera el efecto que hacían, las vi estupendas, por eso me decidí y las compré.
Póntelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos, en fin, a todo el mundo, a ver qué dicen. Al principio te sentirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas, y más ahora que has estado tanto tiempo sin llevar ninguna. Póntelas para ir por la calle y todo el mundo va a notar que las llevas. Si te quedan muy pequeñas me lo dices, no te vayan a dejar señal cuando te las quites. Ten también cuidado de que no te estén grandes, no sea que al andar se te caigan. Llévalas con cuidado y sobre todo, no vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tienes la costumbre de llevarlas en la mano para que todos vean tus encantos. En fin, para qué te voy a contar más, sólo te digo que estoy deseando vértelas puestas. Creo que este es el mejor regalo que podía hacerte, cariño.»
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