Hace unas semanas compartí un texto de Merton (Hacer lo que soy). Hoy vuelvo al ataque y traigo estos fragmentos del autor norteamericano, que son continuación de aquello.
Estas líneas que siguen a continuación sólo despiertan en mí una pregunta: ¿cuál es la única cosa necesaria? Creo que la cuestión no es baladí. En mi opinión, en ella nos jugamos toda nuestra vida, ya que podemos perder el tiempo si somos incapaces de responderla.
El que está contento con lo que tiene y acepta la verdad de que inevitablemente carece de mucho en la vida, es mucho mejor que el que tiene mucho más pero se preocupa por todo lo que le falta. Porque no podemos hacer lo mejor de lo que somos, si nuestros corazones están siempre divididos entre lo que somos y lo que no somos. […]
No podemos ser felices si esperamos vivir siempre en las cumbres más altas de la intensidad. La felicidad no es asunto de intensidad sino de equilibrio, orden, ritmo y armonía. […]
No podemos dominarlo todo, gustarlo todo, entenderlo todo, escanciar toda experiencia hasta los últimos restos. Pero si hemos de tener el coraje de dejar que todo lo demás se nos escape, podremos con toda probabilidad retener la única cosa necesaria para nosotros, sea ésta la que sea. Si estamos demasiado preocupados por tenerlo todo, careceremos de la única cosa que necesitamos.
La felicidad consiste en averiguar precisamente cuál es esa “única cosa necesaria” en nuestra vida, y en dejar a un lado con ánimo contento todo lo demás. Porque entonces, por una paradoja divina, encontraremos que todo lo demás se nos ha dado junto con esa única cosa necesaria.
Fuente: Thomas Merton, Los hombres no son islas.
Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1998, pp. 121-124.
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