EL BLOG SE PRESENTA...

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Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


lunes, 19 de noviembre de 2018

LO QUE ES

Hemos aprendido desde muy pequeños que los problemas deben de ser resueltos. Una pregunta conlleva necesariamente una respuesta. Se nos ha enseñado también que, para resolver cualquier problema, se debe efectuar un análisis de sus variables, destripando sus componentes, estudiándolo concienzudamente. En definitiva, todo problema tiene solución después de analizarlo y reflexionarlo largamente (creo que eso de “consultar con la almohada” tiene algo que ver con este asunto).
 
Sin embargo, en las últimas publicaciones que he subido a este blog, Krishnamurti nos viene sugiriendo que el simple uso de la reflexión, del análisis, del pensamiento, nunca nos llevará a una solución del problema en profundidad, ya que nuestro pensar es parcial, sesgado y siempre está condicionado por nuestro estado de ánimo, por nuestro entorno, por nuestras creencias o nuestros prejuicios. Hoy me gustaría continuar (y concluir) con la transcripción de una de sus charlas públicas, impartida en febrero de 1960 en Nueva Delhi.
 
K. plantea como primer paso la comprensión de nuestros propios procesos de pensamiento. Pero prefiero dejar hablar al pensador hindú:
 
Primero simplemente traten de ver el problema, no pregunten cuál es la respuesta, la solución. Estamos condicionados, es un hecho, y cualquier pensamiento que quiera comprender este condicionamiento será siempre parcial; por consiguiente, nunca habrá comprensión total, y tan sólo en la comprensión total del proceso completo del pensamiento hay libertad. El problema es que siempre funcionamos dentro del campo de la mente, que es el instrumento del pensamiento, ya sea de forma razonable o irrazonable, y, como hemos visto, el pensamiento siempre es parcial. Siento repetir tanto esta palabra, pero seguimos creyendo que el pensamiento resolverá todos nuestros problemas, y me pregunto si eso es así.
Para mí, la mente es algo global, incluye el intelecto, las emociones, la capacidad de observar, de distinguir, y es ese centro del pensamiento que dice: «Seré», «No seré», también es el deseo, la realización, es todo, no es el intelecto separado de las emociones. Utilizamos el pensamiento como medio para resolver nuestros problemas, pero el pensamiento no es el medio para resolver ninguno de nuestros problemas, porque el pensamiento es la respuesta de la memoria y la memoria es el resultado del conocimiento acumulado como experiencia (…).
 
Según esto, lo que pensamos es fruto de lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, es una acumulación de lo que nuestro entorno ha grabado en nuestras cabezas (a veces con fuego). Sin embargo, Krishnamurti apunta hacia un dato esencial: nos vivimos como seres en contradicción. Esta es una experiencia cotidiana. Por un lado deseamos hacer el bien (nos han dicho que eso es lo correcto), pero por otro actuamos con cierto grado de maldad. Deseamos ser capaces de amar apasionadamente (y a veces lo hacemos), pero al mismo tiempo podemos odiar con el mismo apasionamiento. Nos juzgamos continuamente al compararnos con un determinado modelo, un ideal que adquirimos de nuestra familia, de nuestro entorno social o de nuestra tradición cultural. Al final, nos transformamos en un problema para nosotros mismos y nuestro pensamiento, una forma de pensar (recordémoslo una vez más) sesgada, condicionada, que no nos ayuda a salir de esta contradicción.
 
Krishnamurti lo expresa con estas palabras:
 
Estoy dominado por la ambición, el ansia de poder, de posición, de prestigio, y también siento que debo saber lo que es el amor, de manera que estoy en un estado de contradicción. Un hombre que busca poder, posición y prestigio no conoce el amor aunque hable sobre ello, esas dos partes no se pueden integrar por mucho que uno lo desee; amor y poder no pueden ir de la mano. Así, pues, ¿qué puede hacer la mente? Como vemos, el pensamiento tan sólo genera más contradicción, más desdicha; por consiguiente, ¿puede la mente darse cuenta de este problema sin introducir el pensamiento? ¿Lo entienden o les suena a chino?
 
Es en este punto en el que K. plantea una clave que raramente nos gusta considerar: ¿y qué ocurre si el problema no tiene ninguna solución? Esto es así en muchas ocasiones, pero este punto es el extremo final, un punto en el cual sólo nos queda aceptar los hechos puros, sin necesidad de seguir analizándolos para hallar una salida. Así lo explica el pensador:
 
Si me permiten, señores, lo expondré de forma diferente. ¿Alguna vez les ha sucedido, estoy seguro de que sí, que de pronto perciben algo y en ese momento de percepción desaparecen todos los problemas? Justo en ese instante que se percibe el problema, el problema cesa por completo […] Cuando tiene un problema piensa en él, lucha y se preocupa, utiliza todos los recursos posibles dentro de los límites del pensamiento para solucionarlo, pero finalmente dice: «No puedo hacer nada más». No hay nadie que pueda ayudarle a solucionarlo, ningún gurú, ningún libro, está solo con el problema y no encuentra solución. Una vez que ha investigado el problema hasta donde ha sido capaz, lo suelta, su mente deja de preocuparse, de luchar, ya no dice: «Debo encontrar una respuesta»; por tanto, se queda en silencio, ¿no es así?, y en ese silencio surge la respuesta. ¿No les ha sucedido esto alguna vez?
No es algo fuera de lo común, les sucede a los grandes matemáticos, científicos, la gente lo experimenta ocasionalmente en su vida diaria, pero ¿cuál es su significado? La mente ha utilizado toda su capacidad de pensar, ha llegado al límite del pensamiento sin haber encontrado respuesta, por eso se queda en silencio. No se trata de cansancio o de fatiga, ni porque diga: «Permaneceré en silencio, así lograré la respuesta», sino porque después de haber intentado todo lo posible para encontrar una respuesta, la mente de forma espontánea se queda en silencio, hay un darse cuenta sin elección, sin ninguna exigencia, un darse cuenta en el cual no hay ansiedad, y entonces, en ese estado la mente percibe, y esa percepción es la única que puede resolver todos nuestros problemas.
 
La clave parece radicar en algo muy simple (quizá demasiado), pero (sin que sepamos por qué) nunca es considerado en primera instancia: simplemente observar. En eso consiste lo que K. denomina “darse cuenta sin elección, sin exigencia”: observar y observarse sin exigir ni exigirse un cambio. Reconocer “lo que es”, sin desear transformarlo desde el primer instante en otra cosa distinta.

Todo pensamiento es limitado porque pensar es la respuesta de la memoria: memoria como experiencia, como acumulación de conocimientos, lo cual es mecánico, y al ser mecánico el pensar no puede resolver nuestros problemas. Sin embargo, no significa que debamos dejar de pensar, sino que se requiere un factor totalmente nuevo. Hemos intentado diversos métodos y sistemas, diversos caminos [...] y todos han fallado; el hombre sigue sufriendo, sigue buscando a tientas, busca desde la tortura, desde la desesperación y, al parecer su sufrimiento no termina. De modo que debe aparecer un factor totalmente nuevo que no dependa de la mente, ¿entienden?
Miren, señores, la mayoría somos personas mezquinas, con mentes muy superficiales, y todo pensar que nace de una mente estrecha y superficial tan sólo puede generar mayor desdicha. Una mente superficial no puede profundizar en sí misma, siempre será superficial, mezquina y envidiosa. Lo único que puede hacer es darse cuenta de que es superficial, sin pretender hacer ningún esfuerzo para modificarlo. Cuando la mente ve que está condicionada, entonces deja de intentar cambiar ese condicionamiento […], y por tanto, permanece en ese estado de percepción, percibiendo 'lo que es'.
Pero, generalmente, ¿qué sucede? Como es envidiosa, la mente usa el pensamiento para librarse de la envidia y así es como crea su opuesto, la no-envidia; sin embargo, sigue siendo parte del pensamiento. Ahora bien, si la mente percibe el estado real de la envidia sin condenarla ni aceptarla, sin introducir el deseo de cambiar, entonces permanece en ese estado de percepción, y esa misma percepción genera un nuevo movimiento, un nuevo factor, una cualidad del ser completamente diferente.
 
Cuando el problema soy “yo mismo”, la solución no pasará por pensar de qué manera puedo cambiarme. No se trata de concebir las estrategias para adquirir un “estado ideal”, no se trata de alcanzar un “yo ideal”. De lo que se trata es de percibir “lo que es” en mí, de hacerme consciente de todo ello, de un pensamiento plagado de condicionamientos (ideas, creencias, juicios, conclusiones previas, etc.) para luego tomar también conciencia de “lo que es” fuera de mí. Sólo desde esa percepción puedo generar una dinámica distinta, dando pie a una creatividad que brota de la auténtica libertad.
 
K. concluye con estas magníficas palabras:
 
Como saben, señores, las palabras, las explicaciones, los símbolos... son una cosa, y 'ser' es algo enteramente distinto. Aquí no estamos interesados en palabras, nos interesa 'ser', ser lo que realmente somos, y no soñar que somos entidades espirituales, el 'Atman' y todas esas tonterías, que siguen estando dentro del campo del pensamiento y, por consiguiente, son parciales.
Lo importante es ser lo que uno es, un envidioso, percibirlo totalmente, pero sólo es posible percibirlo completamente cuando no interfiere ningún movimiento del pensamiento. La mente es el movimiento del pensar, pero también es ese estado en el cual puede percibir completamente sin ninguna interferencia del pensamiento. Únicamente ese estado de percepción puede generar un cambio radical en nuestra forma de pensar...
 
Charla pública en Nueva Delhi, 17 de febrero de 1960.
Fuente: J. Krishnamurti, Darse cuenta. La puerta de la inteligencia.
Gaia Ediciones, Madrid 2010, pp. 20-23.

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