Un viejo cuento judío dice así:
Érase una vez un país que englobaba todos los países del mundo. Y en ese país había una villa que encerraba todas las villas del país. Y en esa villa había una calle que reunía todas las calles de la villa. Y en esa calle había una casa que abrigaba todas las casas de la calle. Y en esa casa había un cuarto, y en ese cuarto había un hombre, y ese hombre encarnaba todos los hombres de todos los países. Y ese hombre reía, reía. Y nunca nadie había reído como él.
Fuente: Ben Zimet, Cuentos del pueblo judío.
Ed. Sígueme, Salamanca, 2002, p. 108.
Cuenta un mito apache que el creador hizo al hombre capaz de hablar, de correr, de ver, y de oír, pero no se sintió satisfecho hasta darle una cualidad más: la risa. Y así el hombre rió y rió, y entonces el creador dijo: “Ahora estás preparado para la vida”.
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