EL BLOG SE PRESENTA...

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Al cumplir los cuarenta, mi creador comenzó a hacerse las típicas preguntas asociadas a aquella edad: «¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?», «¿qué pienso hacer a partir de ahora con ella?». Esas cuestiones fueron el motor de un blog con un carácter más bien “autobiográfico”, una suerte de “registro de recuerdos” que pretendía anotar algunas de sus vivencias personales y su impacto en él. Sin embargo, aquellas primeras páginas se expresaban en función del autoconcepto y el estado de ánimo del autor. Si ambos eran bajos, el estilo de cada publicación traslucía ese sentir.
Con el tiempo, aquel proyecto acabó en vía muerta.
Dos años después, mi autor retomó aquel cuaderno de bitácora para reconstruirlo desde sus cimientos e intentar corregir sus defectos. ¡Y nací yo!
En mis inicios, fui un medio para satisfacer el deseo de compartir vivencias y reflexiones personales, así como textos y vídeos variados que gustaban a mi creador. Este navío quería traer a puerto todas aquellas mercancías que pudieran enriquecer a los que paseasen por sus páginas.
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que soy todo eso y algo más. Si, sigo siendo el saco en el que se introducen todas aquellas vivencias, reflexiones, textos y videos que han enriquecido de una u otra manera a mi autor. Pero además, combinando palabras propias y prestadas, me estoy convirtiendo en el relato de un itinerario en el que mi creador describe su transformación. En mi se ha reunido todo aquello que ha formado parte (de alguna manera) de un proceso de ensanchamiento humano y espiritual, un proceso de evolución que aún continúa.

¡Bienvenidos!


domingo, 8 de mayo de 2016

INFORME DE UN ALBAÑIL

Esta lluviosa tarde de domingo me apetece publicar algo “ligero” para este blog. Rebuscando en mis archivos, he encontrado esta vieja historia. Es el informe que un albañil redactó para la aseguradora tras haber sufrido un accidente. De su lectura solo se puede extraer una moraleja: ¡qué importante es la seguridad en el trabajo!
 
 
Muy Sres. míos:
 
En su reciente escrito me piden ustedes más detalles y me dicen que debo ampliar la información contenida en el punto 3 del informe de mi accidente, en el cual indiqué como causa, «falta de planificación».
 
Confío en que los siguientes datos serán suficientes:
 
Soy albañil y mi especialidad es la construcción de muros. El día del accidente, estaba trabajando yo solo en la parte superior de un edificio de seis plantas. Cuando terminé mi trabajo, observé que me habían sobrado una cierta cantidad de ladrillos, cuyo peso, según luego se comprobó, ascendía a 120 kilos. En lugar de bajar dichos ladrillos transportándolos yo mismo, decidí utilizar para ello un barril y la polea instalada sobre la fachada del edificio, en la sexta planta.
 
Tras bajar y amarrar la cuerda a la hormigonera situada en la acera, subí de nuevo a la azotea y llené el barril con los ladrillos. Luego bajé y desaté la cuerda, sujetándola fuertemente con ambas manas, a fin de asegurarme de que los 120 kilos de ladrillos descendieran lentamente (en el punto 2 del informe indico mi peso corporal, que es de 65 kilogramos). Entonces me vi súbitamente elevado del suelo. La sorpresa me hizo perder mi presencia de ánimo y por eso, me olvidé de soltar la cuerda. No hará falta decir que fui impulsado hacia arriba con gran velocidad subiendo verticalmente por la fachada del edificio.
 

Cerca de la tercera planta me encontré con el barril lleno de ladrillos, que bajaba a una velocidad igualmente impresionante. Consecuencia de este encuentro fue la fractura de cráneo, algunas contusiones menores y la rotura de clavícula, tal como indico en la sección 3 del informe.
 
La reducción que este encuentro generó en mi velocidad de ascenso fue sólo momentánea, continuando así mi rápida subida que no se detuvo hasta que los dedos de mi mano derecha penetraron en la polea, tal como menciona en el párrafo segundo. Afortunadamente, para entonces ya había recobrado mi presencia de ánimo y fui capaz de permanecer fuertemente agarrado a la cuerda, a pesar del intenso dolor que estaba comenzando a experimentar.
 
Pero, casi al mismo tiempo llegó al suelo el barril de ladrillos, y a causa del golpe se desprendió el fondo del mismo. Liberado del peso de los ladrillos, el barril pesaba aproximadamente 25 kilos (los remito de nuevo a mi peso corporal).
 
Como podrán imaginar en ese momento inicié un rápido descenso, otra vez a lo largo de la fachada del edificio. Pero en las cercanías del tercer piso me encontré con el barril que subía. Ello explica los dos tobillos fracturados, las piezas dentales perdidas y diversas magulladuras en las piernas y en las partes bajas del cuerpo.
 
Entonces mi suerte comenzó a mejorar ligeramente. Este encuentro con el barril redujo mi velocidad lo suficiente como para aminorar los daños de mi caída sobre el montón de ladrillos, por lo que afortunadamente, en el aterrizaje solo resultaron fracturadas tres vértebras y dos costillas.
 
Sin embargo, lamento tener que comunicarles que mientras permanecía tendido sobre el montón de ladrillos, incapacitado para moverme, sufriendo grandes dolores y observando el barril vacío encima de mi cabeza —seis plantas más arriba—, perdí de nuevo mi presencia de ánimo y... ¡solté la cuerda!
 

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